Alain Resnais en 1955 realizó una de las obras cinematográficas más importantes e impactantes que se hayan hecho sobre el holocausto, apoyado con material de archivo, música del compositor Hanns Eisler y la filmación de los campos de concentración creo una obra maestra. La combinación de las imágenes en blanco y negro nos remontan a lo que pasó, a aquellos crueles momentos pero también a situaciones difíciles de comprender a primera vista, combinado con la imagen en movimiento a color que nos remonta al presente. Aquellos lugares donde todos esos actos de crueldad se llevaban acabo pero vistos de una manera contemplativa y sumamente analítica, la forma de filmar tan lenta nos lleva a un recorrido casi de postal en donde se puede apreciar cada detalle de los campos de concentración, la imaginación se echa a andar con cada imagen en movimiento, retomando el material de archivo se vuelve un sueño sin salida y bastante horrible, un sueño que no quisieras repetir y mucho menos vivir en carne propia.
La forma en que se presenta este documental es extremadamente inteligente llevándonos de situaciones normales a la máxima intensidad. Todo el documental se nos muestra en media hora lo cual parece que es rápido pero es tan fuerte este viaje a través de la descripción que se hace muy extenso y horrendo psicológicamente hablando.
La poesía detrás de cada imagen claramente está, pero también detrás de toda esa poesía hay una gran reflexión sobre no cometer el mismo error que ya cometimos en el pasado, la inteligencia con la que aborda Resnais cada paso del documental es grandiosa.
De todo el material que he visto hasta la fecha del holocausto, esto no me deja de sorprender y aterrar, pienso que este tipo de discurso tan puro y honesto no tiene fecha de caducidad sino todo lo contrario, cada vez que se proyecté su legado se agranda mucho más y se fortalece a medida de que el tiempo pasa. Lo triste es que la humanidad no entiende del pasado, estamos condenados a repetir una y otra vez todos nuestros errores, no es suficiente con todas las desgracias y crueldades que suceden todos los días, parece que es algo insaciable, parece que a la mente humana le llega un momento en donde se pervierte y no hay forma de controlarla.
Siempre serán impactante las escenas en donde tiran a los judíos en las fosas comunes, verlos apilados, indefensos, desnudos y con un aspecto esquelético, pero hay algo más fuerte aun, Resnais pone énfasis en una serie de imágenes que a mi me dejaron helado desde la primera vez que vi este medio metraje, estas son las de la habitación llena de cabello humano, zapatos, peines y otras cosas pertenecientes a los judíos. Eso me pareció una cosa aterradora al igual que las imágenes en movimiento de las letrinas y regaderas (cámaras de gas) en donde la cámara se mueve tan lentamente que parece que va al compás de la mente y en donde te deja el espacio de tiempo como para poder pensar en lo peor.
Esta película no solamente es una pieza grande del cine y la poesía, sino también una voz inmortal hacia la protesta de lo inhumano, hacia esa aberración que se comete entre personas. La reflexión se abre desde el principio hasta el final y la persona que no lo vea estará condenada hasta su muerte.
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